16.6.09

La realidad

A veces me pregunto qué es la realidad.
Es un interrogante bastante frecuente en mi mente latente y carente de dientes, realmente. Y sobre la primera oración había pensado en escribir un texto, lo que sería algo así como tejer un tapiz con la lana que saco de mis orejas (aunque en ocasiones también sale por mi boca, causándome una tos seca y molesta que deja mi garganta irritada por horas). Pero poniendo cuestiones textiles a un lado, me di cuenta que esta pregunta tan común en mi cabeza inquieta y desdentada realmente no es nada fácil de contestar. Trayendo nuevamente lo textil a colación, podría decirse de mí que en ciertas ocasiones hay demasiados ovillos de lana en mi cavidad craneal, de modo tal que (empujado por la necesidad de alivianar carga) vuelco todos los colores sobre el telar de forma desprolija y desorganizada. Tampoco me sorprendería escuchar (menos aún en alguno de los pasillos neuronales, dónde frecuentemente se habla al respecto, y (debo aclararlo) sin mentiras ni exageraciones) que en otras ciertas ocasiones, no puedo encontrar un solo centímetro de lana, de ningún color.
Y en otras ciertas ocasiones me pregunto qué es la realidad, y aunque después tire la idea a la basura, suelo contestarme que la realidad no existe como algo objetivo.

8.6.09

La ciudad

Hierve la sangre a fuego lento, y los vapores suben, suben hasta el cielo, tiñen las nubes de escarlata, llueve pólvora, caminamos y respiramos, nos llenamos de nuestra propia sangre, y solo falta una chispa, esa chispa, para que el aire se rompa como un papel y el agua corra libre por la ciudad destruyendo los cimientos, las columnas, las paredes y el monumento al gran dictador, que se ríe porque sabe que eso no va a pasar, porque hace tiempo escondió el fuego y nos llenó de cemento frío y gris, indiferente.