12.3.09

Ataduras

Hice todo lo posible para enredarme. Giré sobre mi mismo, salté, caminé, pase mis piernas por debajo de mis brazos, mis brazos por abajo de tus piernas, y tus piernas las até lo más fuerte que pude; energía cinética en altas cantidades, falta de sentido común alarmante, intentos de autoconvencimiento que funcionaron por un tiempo. Esperaba que la textura rugosa de tus cuerdas me raspara, que las espinas de tus ramas se clavaran en mi piel, dejando marcas difíciles de borrar, inyectándome su salvia, refrescante en mis heridas. Creo que quería ocultar viejas cicatrices, cortando sobre lo que ya había sido cortado, con la esperanza de que la piel tomara un color distinto a ese azul oscuro que invadía mi cerebro, como un narcótico.
Pero no. Tus cuerdas eran demasiado suaves, tus ramas no tenían espinas, y los nudos que hice se deshicieron, blandos. Solo puedo seguir caminando, intentando encontrar una soga capaz de apretarme hasta el olvido.